La figura del prescriptor, influencer, se antojan primordiales para el desarrollo de las vidas de las personas. Necesitamos guías o pautas que nos marquen el camino a seguir o, cuando menos, nos orienten porque de lo contrario, si no es de manera innata, desconocemos la teoría, y los desvíos y las incorrecciones se sucederán hasta que la elección sea la acertada.
Además, no sólo se trata de caminar, sino de cómo caminar. La motivación, la incitación a realizar determinadas actividades por personas que tienen la capacidad de hacer lo irrelevante atractivo, de conseguir que el interés por algo crezca de manera exponencial, están en manos de unos pocos que son los encargados de guiar a las masas.
¿Por qué ellos? Porque nacieron con esa facilidad o porque con el paso del tiempo han sabido comprender al hombre y trasmitirle aquellos valores, actos, elementos básicos para hacerles crecer y motivarles. Muy pocos seres humanos somos conscientes de lo que realmente podemos llegar a alcanzar, siempre construimos barreras como ejemplo de pereza y egoísmo, pero en el fondo sólo hay que encender la llama y veremos cómo arde todo lo alto que nosotros mismos queramos.
Hoy en día, hablamos de motivación, coaching, influencia positiva… Y, desviándonos de los pasos de la vida, del aspecto de mejora personal, pasamos a la sección en la que las marcas se han adueñado y perfilado como las encargadas de buscar a esos influencers y ofrecérselos al público pero, como apuntábamos, no para la incentivación del interior del sujeto, sino como modo de llegar a la mente de la persona y transformarla en consumidor de su producto o servicio. Es decir, te motivo para que me compres. El estilo de vida que te “vendo” es el pretexto para que seas un nuevo usuario de mis zapatillas, camisetas, automóviles…
Las técnicas de mejora personal aplicadas al mundo del marketing, un fantástico video, con un personaje relevante y una acertada banda sonora pueden hacer el resto…