Como en otras ocasiones, hablamos de una nueva aplicación cuya efecto viral ha recorrido todo el planeta debido a su atractivo formato y funcionamiento. FaceApp: una aplicación que, partiendo de una foto actual de nuestro rostro, muestra cómo será este dentro de unos años, entre otras opciones.
Sin duda, el grado de engagement de este software es elevadísimo ya que los resultados son impresionantes y la realidad y naturalidad con la que muestra esa evolución hace que se trate de un “juego” realmente divertido. Si a esto sumamos la capacidad de viralización en internet gracias al social media y plataformas como Whastapp, el éxito está asegurado.
En su momento, ya hablamos en un artículo de esta temática relacionada con el reconocimiento de los rostros de las personas para personalizar la oferta de productos y servicios gracias a esta inteligencia artificial. Ahora, queremos apuntillar y sumar más detalles que existen en el backstage de estas herramientas pero que la inmensa mayoría de usuarios desconoce.
Aparte de lo que supone para las marcas el hecho de reconocer cómo serán las personas físicamente dentro de unos años y tenernos “cazados” independientemente del transcurso del tiempo, también aludimos a la polémica que existe con esta aplicación en concreto ya que los datos de las personas que descargaban su contenido en smartphones eran vendidos al mejor postor.
De hecho, entre los “Términos y condiciones” que muestra en el momento de la descarga y que es necesario aceptar para poder efectuarla, encontramos la posibilidad de compartir información del usuario con empresas ligadas a la herramienta. Incluso la aplicación puede tener el registro de datos biométricos, leer el contenido de almacenamiento USB, ubicación y contactos del usuario, etc.
Tras la polémica que ha suscitado todo esto, los creadores de la aplicación han tomado cartas en el asunto, asegurando que las imágenes prestadas se borran de sus servidores en un plazo de 48 horas y que sólo cederán la información de sus clientes siempre y cuando éstos den su autorización.
Por tanto, parece que han reaccionado pero no debemos engañarnos. Las aplicaciones viven de poseer información personal y mercadear con ella. A buen seguro, la opción de “el usuario debe dar su consentimiento para poder prestar sus datos a otras aplicaciones y empresas” estará redactada entre decenas de cláusulas que todos deberíamos leer detenidamente en el momento de la descarga pero que nunca hacemos. Es decir, está oculta entre un conjunto de información tan grande que evita su localización.
Una vez más, la información personal como tesoro del mundo digital.